Mientras que Wal-Mart perdió más de seis mil millones de dólares a la
empresa por la caída del valor de sus acciones luego de que se divulgó sobre
las multimillonarias mordidas que la cadena distribuyó en México, aquí hay
quienes se dan golpes de pecho ante el escándalo.
El caso es muy relevante porque el gobierno de Estados Unidos inició una investigación
para determinar las responsabilidades en que incurrieron ejecutivos de esa cadena
minorista al violar el “Acta de prácticas corruptas en el extranjero”.
Esta legislación estadounidense establece severas sanciones para las
empresas que operan en Estados Unidos y que ofrezcan o paguen sobornos a
servidores públicos de otros países. El castigo puede ir desde multas económicas,
inhabilitación para participar en ventas al gobierno hasta ser sometidas a supervisión
judicial e incluso liquidación por orden
judicial.
Las razones para la aprobación de esta ley estadounidense en 1977 son
obvias. Como dice el refrán “en todas partes
se cuecen habas”. Cuando los dejan
sueltos, principalmente en sus operaciones en otros países, los empresarios
estadounidenses son tan corruptos como el peor.
En México, la corrupción es un gravísimo
problema cultural. Por ejemplo la organización Transparencia Mexicana en su último
reporte publicado el año pasado informó que en el 2010 se identificaron 200
millones de actos de corrupción en el uso de servicios públicos prestados por
autoridades federales, estatales y municipales, así como concesiones y servicios
administrados por particulares.
De acuerdo con la organización, para facilitar los trámites en los 35
servicios medidos para la elaboración de su reporte anual se destinaron más de
32 mil millones de pesos en mordidas.
Entre esos trámites se encuentran: pago del impuesto predial; solicitar
una beca de estudios; obtener la cartilla militar; recibir apoyo o incorporarse
a programas como Procampo, Progresa, leche, adultos mayores, etc.; trámite de crédito
ante Infonavit y licencia de construcción, entre otros.
Nadie ignora que la mordida es una práctica profundamente arraigada en
nuestro país. Todos sabemos que este vicio
forma parte de los procesos administrativos en todos los niveles de gobierno.
Por eso la postura asumida por el presidente Calderón durante su visita a
Estados Unidos, quien dijo sentirse indignado por el caso Wal-Mart es
entendible, porque esa declaración más bien fue para consumo externo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario