El primer debate entre los candidatos a la
presidencia de México, está convertido en una hasta risible discusión por la decisión
de Televisión Azteca de no transmitirlo porque el dueño de la empresa decidió que
es más importante pasar el partido de cuartos de final de la liguilla del
futbol mexicano.
El Instituto Federal Electoral ha
fijado su postura respecto de que la empresa no está obligada a presentar el debate
presidencial pero que insistirá en “sensibilizar” a la televisora para que no
empalme el partido de futbol con el evento que organiza.
La candidata del PAN Josefina Vázquez
Mota hizo una convocatoria a los aficionados al futbol para dejen de lado su interés
deportivo y vean el debate: “ojala y muchos decidan estar ahí porque lo que se
debata es parte de la decisión que tiene que ver con el México que nos va a
acompañar el resto de nuestras vidas”
Algunos de los interesados pretenden presentar a la televisión como un valioso instrumento de educación cívica. Como un elemento determinante, en el sentido positivo, para que la gente llegue a una conclusión luego de lo que digan los candidatos en el debate.
Hablan como si las televisoras tuvieran un papel diferente. Como si un solo programa pudiera borrar los graves efectos sociales que tiene la perversa historia de esa industria.
Como si la televisión comercial mexicana no fuera uno de los activos más importantes del constante esfuerzo de los grupos de poder para desinformar, manipular e incluso adormecer la conciencia social de amplios segmentos de la población.
En algunos casos esa manipulación ha llegado a vergonzosas degradaciones como son los programas estelares de Televisa y Televisión Azteca conducidos por Laura Bozo y Roció Sánchez Azuara.
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