El periódico “24 Horas. El Diario
sin límites” publicó una nota en la que
expone que Margarita Vázquez Mota,
hermana de la candidata presidencial del PAN, ocupaba
un puesto en la Procuraduría General de la República sin cumplir con los requisitos legales para hacerlo.
El efecto de la publicación fue
devastador: La aludida renunció a su cargo como Coordinadora de Formación y Políticas
Públicas de la Fiscalía Especial para los Delitos de Violencia contra las Mujeres.
En la nota que provocó la salida
de Vázquez Mota de la PGR se hace alusión que en algún tiempo luego de su
ingreso a la dependencia fue “aviadora”, lo que ella negó en
una carta dirigida al diario y en la que también señala que el hecho tiene trasfondo político.
“Desde hace unos meses fui advertida de la
posibilidad de hacer frente en época electoral a situaciones tan incómodas e
injustas como esa, sin duda relacionadas con mi condición de hermana de una
candidata a la Presidencia de la República y el uso faccioso y políticamente interesado
del hecho “
Como el diario, varias veces hizo
esa referencia a que Margarita Vázquez Mota llegó a cobrar sin trabajar, esto le permitió desviar la atención
de lo realmente grave de su situación laboral.
Diseñadora gráfica de profesión,
la hermana de la aspirante panista a la Presidencia de la República ocupó el
puesto al que renunció sin cumplir con el requisito de ser abogada e incluso,
señala “24 Horas”, firmó documentos como
encargada del despacho de la citada fiscalía.
Esto la debería poner en un grave
predicamento legal porque el Código Penal Federal establece una penalidad de 2
a 9 años de cárcel para quien, como servidor público, ejerza las funciones de
un cargo sin satisfacer todos los requisitos legales. En este supuesto, Margarita Vázquez Mota habría
cometido el delito de ejercicio indebido de servicio público.
Más allá de las consideraciones
acerca de lo que califica como situaciones incomodas e injustas, probablemente
esa sea la razón de su renuncia. Porque
si efectivamente esa percepción correspondiera a la realidad entonces, ¿para qué
dimitir?
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