El candidato del PAN a la diputación
federal por Reynosa, Humberto Prieto Herrera, es un muchacho al que sus “asesores”
le hacen un daño terrible al tratar, de manera muy rudimentaria, de presentarlo como lo que
no es.
El aspirante panista aunque ostenta un título
profesional del Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey, carísima
escuela de la que egresó con dificultades académicas, tiene un bajísimo nivel
de conocimientos sobre la realidad nacional.
En una estrategia torpe, limitada
y sustancialmente cínica, desde el principio de su campaña lo empujaron a simular
que si conoce la complejidad de la problemática
del país. Al paso de las semanas, por la influencia que en él tienen sus “asesores”,
cometió el terrible error de convencerse
de que efectivamente si sabe.
Bajo ninguna consideración la
ignorancia debe ser criticable. No es una condición por la que deba
recriminarse a alguien. La cortedad de conocimiento no desmerece a nadie
como persona.
El problema es que el ignorante
candidato panista, por un infundado, y seguramente inducido envanecimiento, pretende aparentar lo que no
es.
Su actitud, lo que dice que piensa, lo que se le atribuye en sus burdos boletines
de prensa, son un insulto para cualquier persona con una mediana cultura
general.
Su pobreza discursiva, las
vacilaciones constantes al momento de expresarse por su evidente falta de entendimiento
de la realidad nacional, difícilmente causan la impresión que tanto él cómo
quienes organizan su campaña política pretenden generar.
Parte de lo que le ha ocurrido se
debe a que es “candidato de papi”.
Su padre José del Carmen Prieto Valenzuela
fue secretario de Obras Publicas en el trienio 2005-2007 en el que el PAN gobernó
desastrosamente el municipio de Reynosa.
En el panismo local es sabido que
el ex funcionario se gastó un dineral para comprar los votos que le permitieron
conseguir la candidatura para su hijo. Seguramente
lo hizo pensando en las puertas que puede abrir un diputado.
Como empresario de la construcción
y como ex servidor público, Prieto Valenzuela conoce a la perfección los
entresijos de la corrupción en la asignación de contratos de obras públicas. No
es casual que al dejar el cargo municipal salió con múltiples señalamientos de
haberse enriquecido con el erario de Reynosa.
Penosamente en ese incierto afán de
tener una palanca propia ya se llevó entre las patas al muchacho.
A diferencia de la frase popular, en este caso
parece que soñar si cuesta mucho, y no solamente dinero.
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