Conforme se acerca la elección del próximo mes de julio, el candidato panista a la diputación federal
por Reynosa, Humberto Prieto Herrera llega al final de su campaña en medio del desorden,
de las disputas y de las traiciones internas que empujan al precipicio su desafortunada
participación en este proceso electoral.
Las versiones de la inconformidad
de varios de sus asesores porque no les han pagado lo convenido por sus
servicios trascendieron lo interno del grupo contratado para organizar su
campaña política. Los amargos reclamos por la falta de pago también los hacen varios
proveedores, incluida una empresa regiomontana que les ha maquilado artículos promocionales.
Eso, es lo malo. Lo peor que
ocurre en la campaña del ex dirigente estatal de las juventudes panistas es el vacio que le han hecho otros grupos políticos,
como el del candidato al senado Francisco García Cabeza de Vaca, que saben que
Prieto Herrera es un lastre político de alto riesgo.
Apenas iniciada la campaña se
dieron cuenta que el equipo de campaña del candidato a la diputación por
Reynosa lo iba a manipular para perjudicar a Acción Nacional. Que la misma gente que usando las siglas de
otro partido se fue contra el PAN en la elección de Ayuntamiento en el 2010,
iba a repetir esa estrategia pero ahora desde adentro.
Prieto Herrera es tan ingenuo que
además de sentirse satisfecho con todas las falsedades que su equipo de prensa
publicita sobre él y su proselitismo, no ha alcanzado a visualizar
que la estructura electoral que le ofrecieron sus operadores políticos se va a utilizar para favorecer a otros intereses.
El capricho familiar de hacerlo
candidato está resultando caro. Es un apetito que ya empieza a
mostrar sus desastrosas consecuencias.
Pronto caerán en la cuenta que al
ganar la candidatura empezaron a perder todo.
Que las grandes cantidades de dinero que le invirtieron a su costoso triunfo en la elección interna del mes de febrero, alimentaron un plan que tiene como objetivo beneficiar a otros.
Que lograr su registro como
candidato era parte de una maquinación que lo usó como carne de cañón. Pero al final, con suerte, quizá aprenda una lección: Que los ilusos no
llegan lejos en la política.
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