La irrefrenable
inseguridad en Tamaulipas ha alcanzado niveles de barbarie en Ciudad Victoria exhibiendo
con toda crudeza como la sociedad se encuentra indefensa. Literalmente a merced
de la delincuencia.
A pesar de la
presencia de miles de efectivos militares y policiacos, el clima de violencia
sigue empeorando. No hay gobierno.
La crisis que
se vive en la capital del estado, agudizada por tres asesinatos múltiples en
los que la mayoría de las víctimas fueron mujeres y niños, ha resultado
inmanejable para las autoridades.
La gente está
pagando el desgobierno.
El resultado de
las elecciones locales fue una de las expresiones de la frustración, el miedo e
irritación que siente la mayoría de la población. De esta manera los ciudadanos castigaron la
soberbia, la prepotencia y la desvergüenza de quienes sumieron a Tamaulipas en
el desorden y el peligro.
Muchos de ellos
no entienden lo que ocurrió a principio de junio. Es tanta su altivez que continúan
disociados de la terrible realidad que padece el resto de los habitantes del
estado. Uno de esos es el secretario
general de gobierno, Herminio Garza Palacios.
Hace unos días,
el funcionario fue literalmente perseguido por reporteros de la capital de
estado para sacarle una reacción sobre los hechos de violencia ocurridos a
principios de este mes en aquella ciudad.
Ante la insistencia
reaccionó agresivamente.
A punto de
subirse a la unidad blindada en la que se desplaza, Garza Palacios, con el
semblante visiblemente descompuesto, se devolvió para increpar a uno de ellos. Ese desplante lo pintó de cuerpo entero.
Más
recientemente, José Marines Juárez, delegado regional de la Secretaria de Seguridad Pública en la
zona conurbada de Tampico, Madero y Altamira, trató de
enardecer el ánimo de la población para que se enfrente a los delincuentes.
En un video difundido
por Televisa, el general del ejército al ser cuestionado respecto del aumento
de los delitos del fuero
común en el sur del estado, enérgicamente aseguró: “ya estuvo
bueno que la gente tenga miedo de enfrentar a los criminales”.
Luego enlazó una
serie de desatinadas ideas sobre cómo deben reaccionar los particulares frente
a la delincuencia.
“¿A poco el
tamaulipeco le tiene miedo a las pistolas de plástico? ¿A poco no conocen un
arma? ¿A poco no pueden someter a ese tipo de gente? Ya estuvo bueno de que le
tengan miedo”, fueron algunas de sus descabelladas afirmaciones.
Aunque Marines Juárez
pretendió darle un soporte legal a su exigencia para que la gente se arme de
valor ante los delincuentes, todo lo que dijo fue de una desproporción mayúscula.
Su arenga provocó todo tipo de reacciones, casi todas
negativas.
Es inaudito que
la autoridad llame a la población a enfrentar una situación que, con toda la fuerza que le proveen
miles de efectivos militares y policiacos desplegados en Tamaulipas, el gobierno ha sido incapaz de resolver.
Lo dicho:Su realidad está disociada de la nuestra.
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