La versión de suicidios masivos de indígenas tarahumaras concentró la atención de todo el país sobre la penosa situación que atraviesan miles de personas que habitan la sierra chihuahuense y propició que algunos funcionarios hicieran declaraciones francamente detestables por su carga de insensibilidad.
El gobernador de Chihuahua, César Duarte Jaquez, reconoció lo innegable: que hay hambruna en la zona serrana del estado. Tras rechazar que se hayan registrado suicidios de pobladores de la sierra debido a la falta de comida, dijo que pese a su situación los indígenas no quieren dejar sus tierras “porque así son felices”.
Todavía tuvo la ocurrencia de asegurar que los indígenas no se desarraigan porque viven “en esa felicidad que se envidia al conocer su ambiente y su cultura”.
Es increíble tanta desfachatez.
Con relación a la miseria en la que viven los pobladores indígenas de la parte más alta de la Sierra Madre Occidental, el presidente Felipe Calderón dijo que en lugares como esos se necesitan medidas de largo plazo. “No basta el trabajo local, ni el suministro de provisiones y de agua potable”
Cualquiera puede estar completamente de acuerdo con él. Especialmente porque las colectas que se organizan para enviar alimentos, ropa y cobijas a la región son una reacción al impacto propiciado por el dramatismo de las muertes por hambre y nunca estas acciones son permanentes.
La pregunta es ¿Dónde están las acciones de fondo para atender la situación de esos grupos altamente vulnerables? Lo único que conocemos son las políticas asistencialistas, casi siempre clientelares, que despliega el gobierno.
El sexenio está en su tramo final. No es posible que a unos meses de concluir su mandato el presidente hable de que ahí se requiere de “medidas de largo plazo”. ¡Por favor!
Es tal magnitud que tiene la miseria de ese grupo étnico que nadie duda que los gobiernos estatal y federal han hecho absolutamente nada en esa región.
No hay comentarios:
Publicar un comentario