Una encuesta publicada por el Grupo Reforma muestra la creciente y
generalizada desaprobación al desempeño de Enrique Peña Nieto, que lo ubica
como el peor calificado de los últimos
cuatro presidentes mexicanos.
Los resultados de la encuesta indican que el 74 por ciento de los
entrevistados desaprueban su gestión. Solo el 23 por ciento esta de acuerdo con el desempeño
de Peña Nieto, que lo ubica con la menor aprobación desde 1995 cuando Ernesto Zedillo Ponce de León quien- según otras encuestas de Reforma- después
de la crisis de 1994 tuvo un índice de aceptación ciudadana del 31 por ciento.
El grupo editorial también presentó resultados con la opinión de lo que
define como “líderes”. En este segmento el nivel de aprobación a la forma en la que Enrique Peña Nieto hace su trabajo es mucho más bajo ya que se
ubica en el 18 por ciento.
En esta encuesta es notorio que la franja que agrupa a las personas que
se abstuvieron de responder es muy pequeña.
Peña Nieto con casi
las tres cuartas partes de los entrevistados desaprobando su desempeño, también
se convirtió en el presidente peor evaluado desde 1995.
Arriba del 60 por ciento de la población considera que la seguridad
continúa deteriorándose. Igual nivel y el mismo sentido de respuesta se
registraron respecto de la percepción que hay sobre la situación económica
del país.
Los resultados indican que casi el setenta por ciento de la gente opinó
que la pobreza y la violencia crecieron durante el último año.
El setenta por ciento de la población contestó que la situación del país
está empeorando.
Los resultados son contundentes. No puede esperarse otra cosa. La gente
se encuentra hastiada por el cúmulo de problemas que aquejan al país.
En la satisfacción de sus intereses, en el cumplimiento de sus particulares propósitos y obnubilados por el menosprecio que le tienen a la sociedad, los gobernantes ignoran completamente cualquier expresión que venga de la población.
El hartazgo social no merece su atención.
Así ocurrió en Tamaulipas. Ante la indignación e irritación por sus
nulos resultados, principalmente en el combate a la inseguridad, el gobierno
estatal empeñosamente se mantuvo y se mantiene en su realidad virtual.
Fue tan grande su displicencia que una sola frase los puso en el camino
de la derrota de las elecciones locales del pasado cinco de junio. Para nada
sirvieron las carretadas de dinero aplicados en la incongruente política de comunicación
social con la que se buscó apuntalar la imagen de Egidio Torre Cantú.
La ofensiva e indignante expresión “No pasa nada” fue el catalizador social que
sepultó al PRI en este proceso electoral.
Ya está enfrente la elección federal
del 2018.
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