La decisión de la Suprema Corte de Justicia de la Nación que rechazó
la procedencia de la consulta popular
promovida por el Partido Acción Nacional sobre el salario mínimo, representa
otra señal de que en México difícilmente llegará el tiempo de los pobres.
Uno de los razonamientos para desechar esta consulta fue expuesto por los ministros Luis María Aguilar Morales y Jorge Pardo Rebolledo quienes señalaron que de proceder esta, terminaría por afectar los ingresos y egresos del Estado.
La pregunta planteada por el PAN proponía
que se fijara un nuevo salario mínimo que garantizara al menos la línea de
bienestar determinada por el Coneval. La mayoría de
ministros consideró que debido a que el salario mínimo es
una referencia para la determinación de exenciones fiscales y otros conceptos,
las finanzas públicas resultarían afectadas
Esta sentencia de la corte obra en función del mantenimiento
de un sistema económico impuesto en el país, basado en la perpetuación de la injusticia social que se expresa en el
estado de marginación en el que vive la mayor parte de los mexicanos.
La economía nacional tiene en los
miserables salarios mínimos uno de sus puntales más sólidos. La producción de
la riqueza está soportada por una política de contención salarial casi criminal
que data de hace décadas.
Los pobres de este país seguirán heredándose
su lacerante miseria.
En este contexto, la consulta
propuesta por el Partido Acción Nacional en realidad no tiene nada de loable. Instalados
nuevamente en la oposición encontraron lo que pensaron que sería un estandarte político
que les reconocerían aquellos que apenas
sobreviven con los raquíticos ingresos que reciben por su fuerza de trabajo.
No tiene mucha ciencia identificar
un tema que pueda ganar consenso entre los millones de mexicanos que viven muy por debajo de los niveles mínimos de bienestar. El discurso de los salarios mínimos es
un singular espejito en la víspera de
las elecciones del 2015.
Sin embargo los panistas están
deslegitimados porque durante los gobiernos de Vicente Fox y Felipe Calderón la
política económica continuó sin variaciones, es decir cimentándose en la depauperación
de la población.
En el sexenio del primer
presidente panista del país, la política de fijación de los salarios mínimos continuó como una burla para los trabajadores. Por citar un ejemplo, ya que esta medida se
prolongó durante ese periodo, el incremento autorizado para el 2002 fue de un peso con
ochenta centavos diarios.
En la administración de Felipe Calderón,
el mayor aumento que hubo fue en el 2007 cuando los trabajadores ganaron 2 pesos con
66 centavos diarios más por un salario mínimo.
Ambos panistas nada hicieron para
variar una de las políticas que representa el instrumento más inmoral del
sistema económico mexicano, que tiene como consecuencia el enraizamiento de las
terribles desigualdades sociales, que continúan a conveniencia de los poderosos.
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