El acuerdo de Cobertura Informativa de la Violencia, que pretende estandarizar los criterios de difusión de tema de la delincuencia organizada, ha sido promovido particularmente por las dos grandes televisoras del país: Televisa y TV Azteca.
Hay un punto que evidencia la hipocresía de las reglas de política editorial que promovieron ambas empresas. Este se refiere al compromiso de los medios informativos de respetar los derechos de las víctimas y de los menores de edad involucrados en hechos de violencia.
Resulta francamente ofensivo que los principales promotores del acuerdo actúen como si nunca hubieran convertido las noticias en burdos espectáculos tan solo para aumentar sus niveles de audiencia.
La muerte de la niña Paulette y la violación sexual por la que se procesó penalmente al cantante Kalimba, son claro ejemplo de que los derechos de las victimas poco importan cuando el caso promete aumentar el rating.
El morbo siempre es un excelente negocio.
Las televisoras, y muchos otros medios de comunicación del país, montaron una cobertura que pronto cayó en repulsivos excesos. En el seguimiento al caso contra Kalimba, a la adolescente que lo acusaba de violación la enredaron en un montaje que la convirtió en un dócil instrumento de la perversidad informativa de varios de los conductores estrella de la televisión.
La arrastraron hasta donde quisieron. Nada los detuvo. Pararon solo cuando no hubo más provecho comercial.
Siempre, sin distinción de circunstancias, los derechos de las victimas de cualquier tipo de violencia, deben quedar por encima de todo. Ese debe ser uno criterios editorial básicos de cualquier medio informativo o de cualquier reportero. Sin excepciones.
Ahora nos salen con esto. ¡Por favor!
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