Calificar como lastimosa la situación que enfrenta el Partido de la Revolución Democrática sería un error porque con ese término se debe referir a la persona o grupo de personas que mueve a compasión o lastima:
Obviamente que el término sería el menos adecuado para referirse a la cruda y prolongada disputa que hay por el control del partido.
Más bien, esta incontrolada lucha intestina lo que provoca es aversión. Los descarnados enfrentamientos entre perredistas, son el perfecto ejemplo de cómo el poder o la cercanía con el poder corrompen.
Todos, sin excepción, desde hace años cavan denodadamente la tumba de su partido. La llamada izquierda, esa que extiende su tarjeta de presentación como garante de las ideas progresistas y de la lucha por las libertades públicas, se consume en medio de los más bajos apetitos políticos que mueven a las partes confrontadas.
Literalmente están enfrascados en una lucha de todos contra todos. Están sumidos en una batalla campal por lo que ya son despojos de su partido. Su falta de decoro hace mucho que convirtió su contienda en un obsceno espectáculo.
Referente obligado del proceso de apertura política que vive el país, que avanza a trompicones desde fines de los ochenta, el PRD ahora tiene el rumbo completamente extraviado.
En realidad poco se puede agregar para describir el escenario de profunda degradación que alcanzaron.
Aunque en los otros partidos existen las confrontaciones por el control de la estructura burocrática, la diferencia estriba en que en el de la Revolución Democrática los grupos en conflicto se la juegan a todo o nada. Están enfrascados en una lucha de tierra arrasada.
Lo único que les importa es el control del registro partidista con todas las prerrogativas que ello implica. Es eso y nada más.
Esto es una enorme pérdida para el país. No por lo que ocurre entre ellos sino porque sostienen sus actividades con recursos públicos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario