Según lo que se
ha publicado en diversos medios, que se concentran en frivolidades, durante la visita oficial a
Inglaterra en la que acompaña a su esposo Enrique Peña Nieto, Angélica Rivera uso
dos vestidos que en conjunto tienen un valor de 7 mil 800 dólares.
Su apariencia
generó una amplia cobertura de muchos medios de comunicación en la que se pidió
opinión a expertos en moda femenina para
determinar si había estado a la altura de las circunstancias de la visita de
estado que el mandatario mexicano realiza en Inglaterra, que incluyó una
recepción ofrecida por la familia real.
Dos prendas,
con un valor estimado de poco más de 117 mil pesos, que difícilmente volverá a
vestir porque no sería posible que la primera dama de un país tan importante
como el nuestro corra el riesgo que la critiquen por repetir vestuario.
Supongo que
habrá ropajes mucho más caros, dignos de las clases adineradas que pueden darse
esos lujos, que a la par de proporcionar una sensación de singularidad a
quienes los usan también reflejan su profunda insustancialidad. Por más dinero
que cuesten no dejan de ser cosas banales.
Simplemente son
costosas expresiones de la vanidad.
Ataviados tan
exquisitamente para tan singular ocasión, Peña Nieto y su esposa,
independientemente de la representación del Poder Ejecutivo que él ostenta, para
nada caracterizan a la población mexicana, sumida la mayoría en una pobreza indignante
consecuencia del abuso, de la explotación impuesta desde el poder político y económico
del país, podridos por una rampante corrupción.
Se ataviaron
para estar a la altura de tan importante
y honroso compromiso oficial, que les impuso exigencias muy altas de protocolo
y etiqueta que, según los expertos, cumplieron con mucho tino. Tan ocurrió así que se dice que Angélica Rivera
deslumbró con su elegancia.
Hay quien puede
asegurar que eso es indispensable porque están obligados a ofrecer una
excelente imagen para estar al nivel de tan distinguidas circunstancias. Definitivamente les asiste la razón si
entendemos que de esa manera está organizado el mundo de los ricos, de los poderosos.
Contrario a lo
que algunos han publicado, resaltando la pompa con la que fueron atendidos como
un motivo de orgullo nacional, la imagen
que proyectaron Peña Nieto y Rivera en Inglaterra se restringe estrictamente al
plano personal
La
suntuosidad y solemnidad con la que fueron recibidos le son ajenas al grueso de
los mexicanos. Nada deslíe la terrible situación que enfrenta el país, sumido
en la pobreza, con amplias regiones asoladas por la violencia irrefrenable y un
clima de crecientes violaciones a los derechos humanos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario