La lista de candidatos priistas a
diputados federales de representación proporcional correspondiente a la cuarta
circunscripción electoral se convirtió en motivo de escarnio al conocerse que
la actriz Carmen Salinas será postulada en la cuarta posición, lo que
prácticamente le garantiza un lugar en la cámara baja.
La chacota y las
descalificaciones por su inclusión están concentradas por el bajo perfil que,
quienes critican esa decisión, le atribuyen a esta artista debido a que, eso
sí, buena parte de su trabajo profesional lo ha realizado en producciones de
comedia muy ligera.
Su personalidad y característica manera de expresarse, provocan que aquellos que la descalifican la encajonen en el estereotipo de la llamada clase baja. Dan por sentado que
su bagaje cultural es muy limitado. Eso seguramente influye para que muchos de
sus detractores la tengan en muy poco.
Dejando de lado que las opiniones en su contra
están influidas por lo que no dejan de ser prejuicios, si la señora cumple con
los requisitos legales que se imponen a quienes buscan ser votados para la cámara
baja, su nominación no debiera causar ese tipo de reacciones.
Parecen exageradas ya que entre
las restricciones que existen para ser diputado ninguna está relacionada con la
preparación o el grado de estudios de quienes aspiran a ese cargo.
Son desproporcionadas porque,
además, la formación académica no guarda una relación directa con la rectitud,
la probidad o el sentido de responsabilidad social de la persona, que son valores que se esperaría que influyan en la actuación de los servidores públicos.
Hay muchísimos ejemplos de gente con altos grados académicos que ha ocupado
puestos de elección popular y cuyo desempeño estuvo marcado por los peores
vicios de la conducta humana. En el congreso hemos visto verdaderos hampones
de la política cuyo único interés ha sido el personal o el de sus grupos.
Especialmente en los últimos años,
hemos atestiguado el inmoral y cínico proceder de muchos legisladores. La pudrición
es generalizada y terminó por convertir la mal llamada representación popular en
una vulgar mercancía.
La participación de la señora
Salinas en películas como “Esta noche cena Pancho”, “El sexo sentido” o “La
chica de la piscina” seguramente no “prestigia al partido”, como cita el documento
de la Comisión Política Permanente del PRI al avalar los expedientes de quienes
integran las listas finales de candidatos a diputados de representación proporcional.
Al estar a salvo sus derechos políticos
y partidistas no habría mayores objeciones que pudieran oponérsele.
Por el lugar que ocupa en la lista de la cuarta circunscripción electoral,
Carmen Salinas puede sentirse diputada. Seguramente en los próximos tres años no
extrañará el ambiente de ficheras.
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