Una frase que al parecer será parte de la campaña de la
candidata del PRI a la diputación federal por Reynosa, María Esther Camargo Félix,
refleja la anticuada mentalidad de
muchos políticos que siguen creyendo que la ignorancia de la gente es tan
grande que pueden creer a pie juntillas la insustancialidad de sus discursos.
En sus páginas de redes sociales, la candidata priista ha
escrito que lo suyo es servir. Seguramente asume que el haberse desempeñado en actividades
públicas como presidenta del DIF en Reynosa, Directora General del ITEA,
regidora del Ayuntamiento de Reynosa, funcionaria municipal y más recientemente como rectora de la Universidad
Tecnológica de Tamaulipas Norte, le dan soporte a su afirmación.
Sin embargo es notorio que tal postura resulta totalmente errónea,
al pretender relacionar esos trabajos, por los que recibió paga proveniente
del erario, con acciones personales
gentilmente dirigidas al bien común.
Dicha percepción proviene de una cultura tan vieja como
perniciosa en la que se quiere imponer la idea de que el gobierno es dador de
bienes y en consecuencia los funcionarios, los
servidores públicos, son portadores de la generosidad gubernamental.
Esa idea es producto, sabemos, de la añeja distorsión de lo que realmente significan las responsabilidades de los servidores públicos, a quienes mal
intencionadamente se les asignan
atributos especiales, de modo que se les reconozca como personas dadivosas que
se esfuerzan por ayudar a los demás.
La candidata del PRI, efectivamente ha sido servidora pública
pero, contrario a lo que desean proyectar sus promotores, nunca adquirió la caracterización
que pretenden darle.
En su propaganda como precandidata única en el proceso
interno de su partido, arriba de su segundo nombre pusieron un pequeño círculo -compuesto por dos líneas,
una roja y otra verde- que asemeja una aureola.
Es obvio decir que la intención no puede ser más obvia.
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