Las recientes declaraciones del secretario de Hacienda, Ernesto Cordero Arroyo, en el sentido de que ahora el salario mínimo alcanza para más, fueron recibidas con múltiples expresiones de descalificación.
Una de esas opiniones fue la del gobernador del Estado de México, Enrique Peña Nieto.
Cordero Arroyo, aspirante a la candidatura presidencial del PAN, inmediatamente reaccionó y retó al gobernador mexiquense a debatir sobre el tema.
Tras conocerse la postura del encargado de las finanzas del país, el jefe de gobierno del Distrito Federal, Marcelo Ebrard celebró la invitación y se apuntó con un “vamos todos al debate”.
Tras conocerse la postura del encargado de las finanzas del país, el jefe de gobierno del Distrito Federal, Marcelo Ebrard celebró la invitación y se apuntó con un “vamos todos al debate”.
Nadie puede dudar que al enfrascarse en esta discusión a ninguno de los tres funcionarios les pasó por la mente la situación de los millones de asalariados que realmente son los únicos que pueden decir con exactitud para lo que les sirven sus magros ingresos.
Para Ebrard, Peña y Cordero, el asunto es estrictamente político. Es entendible que mientras el secretario de Hacienda pretenda sacar agua de las piedras, tratando de presentar una visión positiva de la gestión del gobierno panista, Peña y Ebrard lo desacrediten.
Al enredarse en esta polémica, seguramente ninguno de los tres piensa en otra cosa que no sean sus intereses personales. Buscan sacar el máximo provecho en su intención de lograr la candidatura de sus partidos a la Presidencia de la República.
Ellos, como cualquier político, solo verbalizan acerca de la miseria que padecen millones de mexicanos, pero no son capaces de entender las durísimas condiciones en las que viven quienes se encuentran en la marginación.
Lo indignante es que mientras que la miseria es una terrible condición de vida para la mayor parte de la población del país, para los políticos sigue siendo un tema electoral. Un mercado de votos nada más.
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