PRESIDENTE BORRACHO... EN ZIMBABWE

En increíble que una manta en la que se cuestionó un presunto alcoholismo del presidente Felipe Calderón haya tenido  repercusiones tales como equipararla a un ataque a las instituciones y el despido de la periodista Carmen Aristegui  de la cadena de radio MVS.

 La manta con la leyenda “¿Tú dejarías a un borracho conducir tu auto? ¿No, verdad?, ¿Y por qué lo dejas conducir el país?” exhibida por un grupo de diputados petistas, encabezados por Gerardo Fernández Noroña, desató la ira de sus colegas panistas que la consideraron un ultraje a la figura presidencial.

La coordinadora de los legisladores del PAN, Josefina Vázquez Mota, dijo que la acción fue una “ofensa a la figura del Poder Ejecutivo” y que “denigra la vida institucional del país”.  Luego de un conato de pleito entre panistas y petistas la sesión de la Cámara de Diputados se suspendió porque los primeros, ofendidos, abandonaron el recinto.

La forma de actuar tan primitiva de los diputados del PT y la reacción visceral de los del PAN no son más que otra muestra de la degradación que priva en la cámara baja.   Que un rumor como ese haya tenido las consecuencias que tuvo es realmente patético.

Ese escándalo ocurrido por el bajo nivel de quienes la  exhibieron y de quienes se rasgaron las vestiduras doliéndose de lo que creen que es un agravio nacional es lo que realmente ofende.

¿Cómo es posible que los diputados se consuman en esas estupideces?   

Lo peor del caso es que un comentario que Carmen Aristegui  hizo sobre la necesidad de que la Presidencia de la República aclare si Felipe Calderón padece  o no esa enfermedad provocó su despido de la cadena de radio MVS.

Beneficiarios singularmente privilegiados  de la apertura y de un mayor ejercicio de la libertad de expresión en los medios de comunicación,  proceso forzado  por exigencia de la sociedad mexicana, los panistas ahora se convirtieron en censores intolerantes.

Cuidado porque esa  es solo la ultima  reacción de grupos retrogradas en el gobierno.

Estamos volviendo a los tiempos en que la prensa nacional podía calificar libremente  de corrupto, borracho, asesino y depravado al presidente…de Zimbabwe.