miércoles, 22 de febrero de 2012

POLITICA ARRABALERA

La clase política de este país está loca y estúpidamente enfebrecida con motivo de las elecciones del mes de julio. Metidos en un pleito de arrabal, mutuamente se hacen reclamos y descalificaciones, lanzándose de paso toda clase de vituperios y calificativos negativos.

Por ejemplo, tras la presentación del informe de resultados de la Auditoria Superior de la Federación sobre la cuenta pública del 2010, que mostró con toda crudeza las graves irregularidades en el ejercicio del presupuesto del gobierno calderonista, se desató una agria y severa descalificación en contra del presidente.

Diputados de todos los partidos se le fueron encima. Calificaron su mandato como malo, ineficaz, cínico y corrupto, entre otros peyorativos. Con suma facilidad mostraron nuevamente su escaso nivel de discusión.

Corrientes como son, usaron la mejor arma que tienen: los insultos. Por eso la gente realmente no espera nada de ellos.

En medio de este vergonzoso espectáculo que protagonizan, también vinieron las acusaciones de la dirigencia nacional del PRI en contra de la hermana de Felipe Calderón. Más que buscar que se investiguen supuestas conductas delictuosas que le achacan, su intención es desacreditar aun más la figura del presidente.

En respuesta, Luisa María Calderón Hinojosa, tras anunciar que presentará una denuncia penal por la intervención de sus llamadas telefónicas, también se sumó al ambiente de locura que priva entre los políticos.

La ex candidata al gobierno de Michoacán sin más aval que sus palabras aseguró que “prominentes priistas” tienen nexos con la delincuencia organizada. Se fue de ahí, para arriba.

Por esta sinrazón, los enormes problemas nacionales, que solamente padece el resto de la población, como siempre están en segundo término. Los políticos solo se ocupan de ellos para achacarse recíprocamente la culpa del desastroso estado del país.

Están empecinados en atascarse con toda la porquería con la que se bañan. Se dicen lo que la gente piensa de ellos. Opinión que para nada les importa y que para nadie definitivamente puede resultar un consuelo.

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