lunes, 4 de julio de 2011

2012: EL CAMBIO PARA SEGUIR IGUAL

Las elecciones de gobernador en Nayarit, Coahuila y el Estado de México iniciaron la cuenta regresiva para la elección presidencial del 2012.  De aquí en adelante nada quedara ajeno al interés de los partidos en esa elección.

Desde hace semanas, todas las encuestas publicadas muestran que el PRI puede regresar a Los Pinos.  Los resultados de las elecciones locales de este domingo han liberado la euforia futurista entre los priistas.
Independientemente de lo ocurrido, los dirigentes de todos los partidos se plantean expectativas favorables.   
Sus proyecciones públicas evidentemente son parte de su estrategia de posicionamiento, independientemente de las que realizan en lo privado, en lo interno.

El asunto de fondo es lo que puede esperar la población de los resultados de la elección del año entrante.   Lo sucedido en las últimas décadas, no da lugar al optimismo.  Los diez años del  PAN en el gobierno en prácticamente nada cambiaron la situación del grueso de la población del país.

La ineficacia de los gobiernos panistas ha tenido el mismo resultado que las décadas de gobiernos priistas prepotentes y  corruptos.   Priistas y panistas además privilegiaron los intereses de los grandes capitales y en consecuencia sometieron a la mayoría de la población a un empobrecimiento terrible.

El desencanto por el PAN ha dado paso al hartazgo.  Quizá sea esa la base principal de la probabilidad que tiene el PRI de ganar la Presidencia de la República. El ánimo colectivo puede definir nuevamente el resultado de una elección.   Pero, ¿y eso qué?

Los priistas aseguran que han aprendido de sus errores. Sin embargo eso no es  más que propaganda.  La nueva imagen que pretenden vender está construida a partir de sofismas.

Si se observa a lo que ocurre en los estados que gobierna este partido, se puede concluir sin grandes dificultades que los vicios que caracterizaron a su presidencialismo siguen vigentes  y que luego del 2000  solo se regionalizaron algunas de sus prácticas más abusivas.

No hay a quien irle.


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