martes, 4 de septiembre de 2012

LOPEZ OBRADOR: PALABRAS PARA EL OIDO


El ex candidato presidencial Andrés Manuel López Obrador definitivamente es un hombre de poder.  Como tal busca con ahínco lograr su propósito incluso utilizando practicas que en su discurso merecen los peores epítetos cuando se las atribuye a sus enemigos políticos.

Es intransigente y en consecuencia intolerante.  Su postura molesta a muchos. Su conducta es irritante para los grupos de poder que controlan el país pero también se ha ganado la animadversión de muchísima gente común y corriente.

Esta aversión hacia el ex Jefe de Gobierno de la capital del país generalmente se extiende a sus seguidores y simpatizantes.  Los movimientos de protesta que se han presentado ahora que Enrique Peña Nieto fue declarado presidente electo son automáticamente estigmatizados por el simple hecho  de que quienes participan en ellos son afines al ex candidato del Movimiento Progresista.

Esta percepción es simplista.  No hay duda de que hay quienes tienen intereses aviesos al involucrarse o al promover esas muestras de rechazo a los resultados de la elección del mes de julio.

Sin embargo no hay que ignorar que López Obrador tiene una gran habilidad para manejar los sentimientos de la gente.   Que es un experto en explotar el hartazgo, el cansancio y la frustración que dominan el ánimo de millones de personas que desean vehementemente una vida mejor.

El ex candidato presidencial interpreta con facilidad lo que muchos piensan sobre la situación del país.  Habla el lenguaje de los menesterosos que son mayoría en nuestro país.  Sus discursos son crudamente descriptivos de la histórica injusticia social que tiene prostrada a la mayor parte de la población.

Su gran cualidad es saber alimentar la perenne esperanza  de algo mejor que tienen los pobres. Tiene una enorme facilidad para  hablar del México que deberíamos tener.   Con mucha inteligencia se convierte en el reflejo de tanta gente cuyas penurias son cotidianas. 

Sus palabras lo acercan a aquellos que pasan hambre, a los que viven en la desesperación del día a día.  Sus arengas en suma  caen siempre en terreno fértil.

El discurso de López Obrador concuerda con lastimosa exactitud con la realidad social imperante en el país.    Independientemente de sus intenciones no hay nada en la situación de la población que contradiga sus críticas al sistema político.

La realidad soporta sus argumentos.

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