martes, 15 de febrero de 2011

ARISTEGUI: LAS VACAS SAGRADAS DEL PERIODISMO

 El caso del despido de Carmen Aristegui de MVS se convirtió en tema de discusión sobre el verdadero alcance de la libertad de expresión en nuestro país.

Generó una polémica sobre el papel de la empresa al decidir la cancelación de su programa.  En el centro de esta vorágine, la Presidencia de la República ha negado cualquier injerencia en el despido de Aristegui.

La manta expuesta en la Cámara de Diputados por el revoltoso diputado petista Gerardo Fernández Noroña que generó esta situación, en la que se ventilaba un supuesto alcoholismo de Felipe Calderón, de cualquier modo forzó una aclaración implicita por parte del vocero de la presidencia.

El caso Aristegui, obviamente ha sido discutido en muchos medios de comunicación. Hay quienes lo plantean como un atentado a la libertad de expresión. Como una expresión más del autoritarismo informativo que se pretende reimplantar en nuestro país.

Pero así como hay quienes lo perciben  de esa manera, hay otros que descalifican el modo de hacer periodismo de la conductora despedida de MVS.  Dicen que basarse en un rumor para plantear la necesidad de una aclaración sobre si el presidente es alcoholico o no, es una acción irresponsable carente de  ética periodística.

Entre estos últimos está el director de Milenio Televisión, Ciro Gómez Leyva, que en el programa Tercer Grado de Televisa hizo una furiosa descalificación de Aristegui.

La llamó periodista de octava.  Como se asume una de las vacas sagradas del periodismo nacional, el también conductor de radio le dedico una biliosa y violenta descalificación.

El problema con Gómez Leyva es que a pesar de todos sus pesares el programa radial de Carmen Aristegui era el de mayor rating en la capital del país.  Por su  destemplada y violenta agresión hacia ella lo menos que se puede pensar es que le duele la preeminencia de la que goza.

Es muy común que quienes ejercen el periodismo pierdan la proporción del alcance verdadero del impacto o penetración de su trabajo.  No es rara la propensión al sobredimensionamiento de las capacidades profesionales.   

Entre quienes nos dedicamos a esta actividad hay quienes olvidan que existe lo que podríamos llamar libertad de atención.  La gente, los lectores, escuchas o televidentes, las personas comunes y corrientes, son quienes por sus muy particulares razones, ponen a cada quien en el lugar que merece.

Hay periodistas con grandes  méritos que simplemente son ignorados por el auditorio.  Hay otros que aparentemente sin tenerlos se ganan la preferencia del respetable.  Para que consumirse en calenturas propias.

Pero eso es lo menos en este caso.  El intento de linchamiento por parte de Gómez Leyva y otros periodistas también tiene que ver con otro tipo de intereses.

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