martes, 30 de agosto de 2016

CONGRESO TAMAULIPECO: RAMIRO EL BAILADOR

A mediados de agosto, el presidente del Congreso de Tamaulipas, Ramiro Ramos Salinas, tuvo la ocurrencia de ponerse a bailar con una chica integrante de un grupo de danza procedente de Tahití que participó en el “Décimo Festival Internacional del Folclor Universitario 2016, organizado por la Universidad Autónoma de Tamaulipas.

El baile del diputado ocurrió durante la presentación de algunos grupos participantes en ese festival en el denominado Atrio de la sede del poder legislativo en la capital del estado.

Aunque el legislador fue acremente criticado en las redes sociales, habría que reconocer que es un excelente bailarín: Los tres años en los que se desempeñó como presidente del congreso bailó muy bien al ritmo que le tocaron desde Palacio de Gobierno.

Hace unos días, incluso pasando por encima de la ley, arregló que llegaran al pleno más de 200 cuentas públicas, incluidas obviamente las del Poder Ejecutivo, para fueran aprobadas mucho antes del vencimiento legal del plazo para hacerlo.

La idea era no dejar en manos de la próxima legislatura, que inicia en octubre con mayoría panista, tal procedimiento.

Varios diputados de oposición se quejaron de lo que consideraron una sospechosa celeridad, que impidió que conocieran detalles de los resultados de la fiscalización realizada por la Auditoria Superior del Estado.

Desde que inició su mandato en 2013, Ramos Salinas estuvo a modo del gobierno estatal.  

En su gestión amarró la aprobación de un enorme endeudamiento que contrató el gobierno de Egidio Torre Cantú en estos tres años. En ese periodo el congreso local le dio el visto bueno al gobernador para que adquiriera siete créditos que en conjunto suman poco más de 4 mil 255 millones de pesos.

A nadie de la bancada priista le preocupó el uso y destino de tan cuantiosos recursos. Lo importante estaba hecho: complacer a su gobernador.

El grado de subordinación de Ramos Salinas frente a Torre Cantú se manifestó grotescamente durante el tiempo que creyó que podía ser el candidato del PRI a gobernador para la elección de junio pasado.

En ese tiempo, su carácter pusilánime lo llevo a construir una frase que, además de ser una aberración  lingüística, podía considerarse como la expresión gramatical de su miedo a Torre Cantú: “Vamos por más tiempo mejores para Tamaulipas”.


Ramos Salinas no fue candidato. Continúo al servicio del señor gobernador. A punto de concluir la legislatura, podemos concluir que dio pruebas sobradas de que  supo bailar al ritmo que le tocaron.

No hay comentarios: