martes, 16 de junio de 2015

FOX Y EL BRONCO: DE LA ESPERANZA AL FIASCO.

El triunfo de Jaime Rodríguez Calderón en la elección de gobernador de Nuevo León, como el de Vicente Fox cuando ganó la Presidencia de la Republica, fue una impresionante e histórica  muestra del hartazgo que los partidos políticos y los malos gobiernos provocaron entre los neoloneses.

El Bronco, como Fox, entendió con claridad ese estado de ánimo social. Como el guanajuatense lo hizo en su campaña, centró sus acciones para hacerle ver a sus paisanos la necesidad de un cambio en la forma de gobernar.

El lenguaje del también ex alcalde del municipio de García es muy coloquial, como el del ex presidente panista.  Su manera de comportarse y de hablar hizo que la gente lo percibiera como alguien cercano, alejado completamente  de la imagen acartonada e hipócrita de los políticos tradicionales que tanto rechazo provoca.

Para ganarse una mayor simpatía del electorado, Rodríguez Calderón puso la contienda política con solo dos contrincantes: los ciudadanos  y los partidos políticos. De manera muy parecida a lo que consiguió Vicente Fox, El Bronco logró que los neoloneses lo vieran como el hombre que necesita su estado. Consiguió que se identificaran con él

La gente lo sintió como un candidato que comprendía con claridad su situación. Lo percibieron como un hombre capaz de entenderlos. Sintieron empatía con él por su lenguaje llano y directo. Se ganó adeptos al dirigirse a ellos como  “raza”.

Vicente Fox centró su campaña resaltando la necesidad de transformar el sistema político mexicano. Ofreció el cambio que la gente deseaba vehementemente. Prometió que en su gobierno, por ejemplo, pondría “fin al sistema de complicidades y privilegios y a combatir la corrupción sin salvedades”

El primer presidente no priista del país, también se comprometió a combatir la pobreza y las desigualdades.  

Una vez que ocupó el cargo, no tuvo empacho en cohabitar con las más oscuras y perniciosas expresiones del sistema político al que denostó como candidato. En su  sexenio se profundizaron las desigualdades económicas y sociales.  Su gestión económica aumentó el número de pobres del país.

Vicente Fox nunca fue el presidente que los mexicanos esperaban. Su mandato fue un fiasco.

El enorme reto que enfrenta el ahora gobernador electo de Nuevo León, es estar a la altura de las expectativas que generó en campaña. Lo peor que puede pasarle a la población del estado es que, como gobernante, termine pareciéndose a Fox.

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