Muchos priìstas en Tamaulipas se muestran intranquilos y hasta desesperados porque no se da a conocer la convocatoria para la elección del candidato al gobierno de Tamaulipas. Quisieran tener luz verde para irse a la cargada con quien posteriormente será registrado por el PRI para buscar el puesto que actualmente ocupa Eugenio Hernández Flores.
Pero muchos otros, son presa de la indignación porque están convencidos de que el actual gobernador del estado pretende a toda costa que uno de sus amigos se convierta en su sucesor.
Los del norte de Tamaulipas son los que con más molestia expresan su inconformidad, aunque, eso sí, solo con quienes consideran de mucha confianza.
Dicen que quienes forman el grupo cercano del mandatario estatal son mediocres, sin grandes talentos ni capacidad para una responsabilidad de tal envergadura.
Ponderan que les resulta casi inaceptable que se desdeñe a priistas de la frontera del estado en el juego de la sucesión. Argumentan que esa región es el motor de la economía estatal y que en sus tres principales ciudades habita la mayor parte de la población de Tamaulipas.
Por eso, razonan, de la frontera debiera ser el candidato priista. El próximo gobernador. Que el equipo de Eugenio Hernández Flores está provocando molestia entre grupos políticos y económicos de la región por su empecinamiento en que el candidato al gobierno del estado sea uno de sus incondicionales victorenses.
El problema para los inconformes es que sus pretendidos afanes democráticos no van mas allá de meras expresiones privadas. Que su exaltación pronto pasará a convertirse en frustración, porque no tienen el valor de encarar lo que consideran un grosero abuso de poder.
A pesar de que aseguran que los miembros del grupo compacto del actual mandatario estatal son personas de poco mérito y políticos improvisados, que se encumbraron circunstancialmente, no tienen la potencia volitiva para pasar de la argumentación a la acción.
Aunque descalifican la medianía de quienes ocupan el Palacio de Gobierno en la capital del estado, no desdeñan que son quienes controlan el aparato del poder.
Como no hay peor enemigo del hombre que sus propios miedos, seguramente habrá pocas expresiones públicas y abiertas que se manifiesten en contrario por la decisión que está por tomarse en la nominación del candidato priista al gobierno de Tamaulipas.
La gran ventaja del grupo dominante siempre es precisamente la extensa multiplicación de los miedos que caracteriza a la cultura priista en Tamaulipas. La llamada institucionalidad de los tricolores.
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