lunes, 2 de febrero de 2009

FOX EL DESFACHATADO

En la ante sala de las elecciones federales intermedias, con su distintiva desvergüenza el ex presidente Vicente Fox nuevamente se ensució sobre la incipiente democracia mexicana, que hace casi nueve años lo llevó a la presidencia de la república.

En una reunión con alcaldes de extracción panista, al hablar sobre el tema de las elecciones del mes de julio el guanajuatense les dijo: "ustedes saben bien eso, ustedes estos seis meses tienen que andar en la calle, no en el escritorio, no en la oficina, ahí encárguenle a alguien la oficina, yo la encargué por seis años, la oficina ahí en los Pinos a alguien".

Fox se hizo del Poder Ejecutivo mediante una hábil explotación del estado de ánimo de un país que no aguantaba más al sistema político priista y que vio en el ex empresario refresquero la posibilidad de aspirar realmente a un estado distinto de cosas.

Una vez ungido como presidente, se dio a la tarea de mantener intacto al sistema económico moldeado por presidentes priístas. Un modelo que ha convertido a este país en tierra de miseria.

Inmediatamente le dio la espalda a quienes creyeron que realmente personificaba la materialización de su deseo vehemente de un México de justicia social y reivindicación de los marginados. Se convirtió en constructor del continuismo de las políticas económicas y sociales priístas. Fox abismó la ingenua esperanza de los millones que votaron por él en ese histórico 2 de julio del año 2000.
Juntamente, fue mostrando su talante abusón e intolerante. Lo que en campaña fue carisma, en el ejercicio público se tornó vileza. Como candidato, sus exabruptos lo convirtieron en objeto de fascinación popular. Cruzada la banda presidencial sobre su pecho, su brusquedad empezó a revelar su falta de juicio, su carácter egocéntrico e imprudente.
Ahora nuevamente su locuacidad provocó un escándalo político. Esta ostentación viciosa de su cinismo es intolerable. Pero más allá del tumulto político generado por su verborrea, el debate debe centrarse en la implicación legal de este reconocimiento expreso del abandono de sus responsabilidades constitucionales.
Por un lado Fox admite no haber cumplido con las obligaciones que recibió al ser depositario del Poder Ejecutivo. y por otro, si las encomendó a otra persona, se convirtió en coparticipe de actos delictuosos cuando "alguien" realizó ilegalmente funciones que no le correspondieron.
Desde el punto de vista subjetivo, si, efectivamente, el señor Fox representa ya uno de los más grandes insultos al sufrido pueblo mexicano. Con todo y que los ex presidentes priistas convirtieron al país en su botín y exprimieron a la población, Fox sobradamente merece cualquier calificativo que se le pueda dar para distinguirlo como un traidor a la democracia.
Definitivamente los gobiernos del Partido Acción Nacional en 9 años demostraron su incapacidad para gobernar con los principios que ondearon desde la oposición.

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