Para pocos es desconocido que los alcaldes panistas de Matamoros y Nuevo Laredo, Leticia Salazar Vázquez y Carlos Cantú Rosas respectivamente, están dispuestos a casi todo para impedir que el senador Francisco García se convierta en el candidato del PAN al gobierno de Tamaulipas para la elección del año entrante.
Por ejemplo, en los procesos internos para elegir al dirigente estatal del partido y posteriormente al candidato a la diputación federal por Reynosa, Salazar Vázquez y Cantú Rosas metieron las manos en este municipio, coto de García Cabeza de Vaca, para reventar al grupo del senador, que finalmente ganó ambas elecciones.
Uno de los panistas reynosenses que se alió con ambos presidentes municipales fue el diputado federal por Reynosa, Humberto Prieto Herrera. Con el alcalde de Nuevo Laredo, además de los intereses políticos que lo llevaron a establecer esta alianza de coyuntura, parece que también influyó lo económico.
En medio del encontronazo propiciado por la elección interna por la candidatura panista a la diputación federal por Reynosa, Prieto Herrera fue acusado de hasta negociar con el PRI para evitar, cosa que ni con la intervención de Salazar y Cantú lograron, que Ismael García Cabeza de Vaca, hermano del también ex alcalde de esta frontera, ganara el proceso.
Las imputaciones en contra del diputado federal reynosense parecen tener más sustento en las que refieren sus arreglos políticos con el alcalde Cantú Rosas: El año pasado la empresa constructora de su familia recibió un cuantioso contrato de obra pública en el municipio de Nuevo Laredo.
El mes de Julio del 2014, a la empresa Humayna Construcciones, SA de CV, en la que Prieto Herrera aparece como gerente administrativo, se le asignó un contrato por 6 millones 395, 966 pesos para la construcción de un dispensario médico en la colonia Granjas Treviño Santa Cecilia
El contrato EPU-FISM-01/14-04612 involucró la aplicación de recursos federales del programa Fismun para ejecución de obras municipales a cargo del Ayuntamiento.
Entre lo que puede trocarse en los arreglos políticos, obvio que el dinero nunca está ausente. Si es público, menos.
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