Tomás Yarrington es un hombre versado en retórica. Un político que domina el bien decir.
Su último escrito en el “Blog de Tomás Yarrington”, titulado “Tampico hermoso, ¡oh puerto tropical!, tu eres la gloria de todo mi país.”, es muestra de ello.
Se esmera en una apasionada exaltación del puerto y de su gente. Alaba las muchas y reales cualidades de la sociedad tampiqueña.
Del elogio pasa a las expresiones de duelo. En el texto se refiere a la “circunstancia adversa” que, derivada de la inseguridad, padece esa población.
Sin embargo, esta forma de construir su escrito parece que tiene la intención de engrandecer el contraste con la disminución que ahí hace del presidente municipal porteño, Oscar Pérez Inguanzo, a quien no menciona por su nombre.
El ex gobernador tamaulipeco lo calificó como “liderazgo municipal cobarde y pusilánime”.
Tilda a Pérez Inguanzo, de “…arribista de la política que nunca entendió el gran privilegio que le concediste al gobernarte”.
Yarrington presagia un futuro poco venturoso para el aún alcalde de Tampico, “…que lejos está de comprender lo que significará en su futuro, haberte fallado tanto”.
El texto del ex gobernador del estado inmediatamente generó una tormenta política en Tamaulipas.
Quizá sus afectos por Tampico sean sinceros. Pero la expresión pública de estos parece pretexto para ventilar la animadversión que siente por Pérez Inguanzo, cuyas causas reales son desconocidas.
Dice Yarrington sobre Tampico “…no naciste isla”. Lo hace para referirse al entorno de complicaciones que vive el país. “Eres, para bien o para mal, coparticipe de nuestro destino como país. Y hoy por hoy, de nuestra circunstancia adversa”
Es en esta parte en donde se debilita el sustento que pretende dar a su reprobación al alcalde de Tampico. Otras ciudades de Tamaulipas enfrentan y padecen calamidades semejantes a las que sufre el puerto. ¿Por qué a Pérez nada más? ¿Por qué no a otros?
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