martes, 23 de noviembre de 2010

EL OBISPO DE ECATEPEC: DIOS EN LOS LABIOS, CESAR EN EL CORAZON


 Representantes de la alta jerarquía mexicana de la iglesia católica siguen dando amplias pruebas  de su inclinación por lo mundano.   Con sus actos desdicen lo que predican.  Muestran que su contextura es de más carne que espíritu.

Su Excelencia Reverendísima  Monseñor Onésimo Cepeda Silva, Primer Obispo de Ecatepec es uno de ellos.   Una acusación de fraude procesal presentada en su contra exhibe  su naturaleza poco cristiana.

El prelado se vio involucrado en la disputa por la colección de arte de  Olga Azcárraga Madero, una adinerada mujer que falleció a fines de 2003 y que se ha prolongado hasta la fecha.  El año antepasado un sobrino político de la fallecida, Jaime Matute Obrador, presentó una demanda civil para exigir la liquidación de un pagaré  por 130 millones que la mujer había firmado antes de morir.

El demandante, con el pagaré endosado en propiedad a su favor, promovió un juicio mercantil  que le permitió trabar embargo sobre la valiosa colección de arte, que forma parte de los bienes de la sucesión  de la Azcárraga Madero. 

El tenedor original de dicho documento era el obispo de Ecatepec, quien según el citado documento le había prestado, en efectivo, los 130 millones de dólares.   La fecha de vencimiento del pagaré, que ahora está en disputa y que ya tuvo efectos penales contra el religioso, estaba fijada para el mes de julio de 2008.

Si realmente el obispo le entregó tal dinero en efectivo a la mujer, eso lo determinarán las autoridades. Si efectivamente cometió fraude procesal, como lo denunció la contraparte de Matute Obrador ya alega que el documento base de su acción legal es falso, será una determinación legal.

El asunto es que Cepeda Silva en todo caso no tuvo empacho en mostrarse como un hombre con tan elevada capacidad económica como para desprenderse, aun en calidad de préstamo, de una cantidad ten enorme de dinero.

Con el pagaré que endosó al sobrino político de Azcárraga Madero, su Excelencia Reverendísima no tuvo vergüenza alguna para mostrarse como un hombre opulento, afecto a la acumulación de la riqueza.    Un hombre que lleva a Dios en los labios y al César en el corazón. 

Este caso dio pie para resaltar otra parte de la verdadera personalidad del obispo.  Como lo ha hecho anteriormente con motivo de otros conflictos en los que se ha visto involucrado, el pastor de la grey de Ecatepec cínicamente expresó: “A mí me la persignan”.  

Con esa expresión de connotación sexual cargada de pedantería viril,  Cepeda Silva usa la señal de la cruz, uno de los símbolos más sagrados del catolicismo,  para estimular su soberbia.  

1 comentario:

Anónimo dijo...

por eso Neruda dijo " que tengo yo que ver con los sacerdotes que venden el cielo y se reparten la tierra" pinches curas: pedarastas,avariciosos y avaros y depravados depredadores de la fe" gabriel rojas