El secretario de Educación Pública, Alonso Lujambio Irazábal, al comparecer ante el Senado durante la glosa del Cuarto Informe de Gobierno, dio a conocer que para las fiestas del Bicentenario se han gastado dos mil 838 millones de pesos.
El funcionario detalló que de ese monto, 667 millones de pesos se destinaron exclusivamente para los festejos de la Noche del Grito. Un derroche. Un gesto excesivo. Una fiesta demasiado cara aún para la celebración de los 200 años del movimiento independiente.
El espectáculo fue un agasajo para la vista. Pero a fin de cuentas eso, una diversión fugaz. Luego, vuelta a la dura realidad del país. Un país emancipado desde hace 200 años, pero con una terrible historia centenaria de pobreza, marginación e injusticia social.
Esos 667 millones de pesos que se esfumaron en unas cuantas horas, son una cantidad muy grande de dinero en un país con ingentes carencias. Son tanto como 3.2 veces lo que el proyecto de presupuesto de egresos de la federación para el 2011 contempla para el Programa Educativo Rural.
El dinero destinado para la celebración del 15 de septiembre es más del doble de lo que el gobierno federal pretende invertir el año entrante en el Programa de Desarrollo de Capacidades dentro del rubro de atención a la salud entre la población rural del país
Esa millonada es un despilfarro si se considera que en su proyecto de presupuesto de egresos que envió a la Cámara de Diputados para el año entrante, representa el 33 por ciento de lo que el gobierno federal pretende aplicar al programa de Vivienda Rural.
Es casi 4 y media veces mayor a lo que en el 2011 se proyecta destinar al programa de Desarrollo de Zonas Áridas y doce veces más grande que el presupuesto para Acciones para Igualdad de Género con Población Indígena.
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