viernes, 16 de abril de 2010

LOS OLVIDADOS

Mientras la clase política del país protagoniza escándalos cargados de morbosidad, la mayor parte de la población se debate contra una pobreza ancestral, consecuencia de la terrible injusticia social que ha caracterizado a siglos de nuestra historia.
De acuerdo con el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL), en el 2008, casi 51  millones de mexicanos, 47.4% del total de los habitantes del país, vivían en pobreza  de patrimonio.
Este tipo de pobreza significa que los ingresos que reciben no les permiten satisfacer las necesidades más elementales como alimentación, atención a la salud, educación,  vestido, vivienda y de transporte público, aún si los destinaran en su totalidad para ese propósito.
Embebidos en sus confrontaciones que no conducen a nada provechoso, los actores políticos que tienen en sus manos la conducción del país, desde gobernadores, legisladores y dirigentes partidistas, socavan profundamente  la posibilidad de un futuro menos infausto pera la población.
Mientras ellos se enfrascan en los asuntos que les preocupan, distanciados del interés nacional, millones de personas viven con cada vez más escasos medios.  Por ejemplo, de acuerdo con el Coneval,  en este país, por el que los políticos dicen que ocupan sus afanes, casi 20 millones de personas son pobres alimentarios.
Son mexicanos cuyos ingresos mensuales son tan reducidos que les resultan insuficientes para comprar una mínima canasta básica, aun si los destinaran totalmente a ese propósito.   Son los que padecen el hambre más dolorosa, la más penosa, la más lacerante.   Sufren el hambre como forma de vida
Cualquiera que observa lo que ocurre entre la clase política puede concluir que para todos ellos realmente lo menos importante es lo que más enfatizan en su falso discurso: el interés general.

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