viernes, 16 de abril de 2010

¿PEDERASTIA Y ANTISEMITISMO?

Desde hace meses, especialmente en las últimas semanas, la iglesia católica está sometida a severas críticas por los casos de pederastia cometidos por sacerdotes.  Las denuncias  exponen uno de los flancos más débiles de su estructura: la sexualidad de sus miembros.
Las acusaciones alcanzaron ya al Papa Benedicto XVI, a quien señalan que como encargado de Congregación para la Doctrina de la Fe, bloqueó las denuncias por abusos sexuales en contra de Marcial Maciel, el ejemplo más tenebroso de este fenómeno conocido desde mediados del siglo pasado, y de otros casos en varios países.
El silencio, la ocultación, la complicidad en suma, con los acusados por esta violencia brutal en contra de sus víctimas fueron la única respuesta de la jerarquía católica durante décadas.  Ahora que el fuego del escándalo y las recriminaciones alcanzaron a Joseph Ratzinger, por su papel omiso en el caso de Maciel y otros que ahora se conocen, hay respuestas preocupantes.
Francisco Raniero Cantalamesa, predicador personal del papa Benedicto XVI, durante un sermón que ofreció en la Basílica de San Pedro con motivo del Viernes Santo, dijo que las acusaciones Ratzinger y la Iglesia en el escándalo por abusos sexuales se parecen a la ''violencia colectiva'' que sufren los judíos.
Cantalamesa ahí aseguró que  un amigo suyo de origen judío le dijo que las acusaciones le recordaban ''los aspectos más vergonzosos del antisemitismo''.  ¡Qué desproporción!
Querer comparar los reclamos al ahora Papa Benedicto XVI por su papel en la contención de lo que finalmente terminó en convertirse en un proceso de desacreditación de esta iglesia –que a cualquier costo pretende mantenerse incólume a pesar de las enormes fragilidades de muchos de sus miembros- con lo que históricamente ha representado el antisemitismo es verdaderamente un exceso insultante.
Las afirmaciones del predicador personal del Papa, son incluso una ofensa tanto para las víctimas de los sacerdotes pederastas como para los millones de judíos perseguidos y asesinados por motivos religiosos y raciales.
Nadie niega el papel destacado y distinguido del Papa, que en la iglesia católica merece los títulos de Santo Padre, Vicario de Cristo, Sucesor de Pedro y Sumo Pontífice, y que como jefe del Estado Vaticano, representa a una institución milenaria.
Pero elevar las imputaciones en contra de Ratzinger, por su desempeño omiso ante las denuncias de pederastia contra miembros de la iglesia –que algunos califican de doloso y cómplice- a la comparación con una de las manifestaciones más oprobiosas y brutales del odio religioso y racial,  es ridículo.

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